Oaxaca and the 43

Oaxaca, zocalo, Ayotzinapa

In Oaxaca, the number is everywhere – 43. As are the words – Ayotzinapa, desaparecidos, justicia. And the faces – Jose, Julio, Luis, Carlos and more, all young men, all dead, all still missing.

The memory of the murdered students of Ayotzinapa is inescapable. Their faces stare out from posters plastered to walls. Banners hang from every public school denouncing their deaths. Arcing strands of black graffiti damn the government and demand answers.

In the zocalo, the city’s social heart, the faces of the victims hang from long strands of colorful construction paper, mixing with the Christmas lights and the blue tarps and orange and green tents of the unionized teachers who have lived in the square for months and have now incorporated the students of Ayotzinapa – who were studying education – into their grievances. The effect is cartoonish, but terribly sad.

Passersby ignore the signs and walk past the tents. The shoeshine men buff boots beneath silent, staring faces. Mariachis play. Life goes on – for all but the 43. They are Mexico’s sordid past. They are Mexico’s violent present. They are Mexico’s precarious future.

#43 (en Español)

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43 estudiantes. 43 jóvenes secuestrados en la noche. 43 hijas t hijos asesinados por las manos de la corrupción. 43 cuerpos descartados y quemados como la basura de la casa. 43 oportunidades perdidas por un futuro mejor. 43 más razones para llevar luto por México.

Los 43 alumnos universitarios asesinados murieron debido a que el 26 de septiembre apropiaron unos urbanos y bloquearon una carretera, una forma común de protesta política en México, y al hacerlo se metieron en las planes de la esposa del alcalde de Iguala, una de las más corruptas y violentas ciudades en Guerrero, uno de los más corruptos y violentos estados en México. Ella estaba en rumbo a dar un discurso, encontró la calle bloqueada, hizo una llamada a tu esposo. El Alcalde, José Luis Abarca ordenó a la policía local atacarlos. La policía entregó los alumnos a una pandilla criminal asociada con los narcos que controlan la región. Y los jóvenes desaparecieron.

Todo esto sucedió con la misma impunidad por la parte del alcalde, la policía y los narcos que infecta todo México y literalmente ha permitido asesinos de todos tipos para irse sin miedo de ser castigados por décadas.

Desde el comienzo de lo que ha venido a llamarse la guerra contra el narcotráfico en México, que se emprendió en el 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón contra la red de los carteles que generan hasta $500 millones de la venta de drogas ilegales anualmente y controlan 90 por ciento de la cocaína que entra a Estados Unidos, la cifra oficial de la violencia entre los carteles, entre el gobierno y los carteles y entre los carteles y los ciudadanos inocentes de México – como los 43 estudiantes de Ayotzinapa —  ha alcanzado 60,000 muertos. Eso es el numero oficial. Extraoficialmente, observadores de los derechos humanos calculan que el numero es 120,000.

Para poner esa cifra en perspectiva, hay que considerar que 58,220 Americanos murieron en la guerra entre Estados Unidos y Vietnam, un conflicto que incitó a la generación mía a llenar las calles de la capital estadounidense en protesta y eventualmente causó cambios vastos en la sociedad Americana.

Por supuesto, Vietnam era una guerra Americana y existía un reclutamiento que fomentaba más resistencia contra el conflicto, pero todavía se puede imaginarse que una guerra de letalidad similar que esta ocurriendo en un país visitado por 6 millones de Americanos cada año achisparía un poco de rabia aquí.

No es asi.

Hasta ahora, la posición oficial de Estados Unidos ha sido poco más de una tracción de hombros. La administración del Presidente Obama ha descrito el destino de los 43 alumnos y la respuesta insípida del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto como “preocupante.”

Eso puede cambiar. Las manifestaciones callejeras que comenzaron en Iguala después de la desaparición de los estudiantes se han extendido a lo largo del país y se han vuelto violentas en el D.F. Peña Nieto, que ignoró los secuestros por muchos días antes de mencionarlos públicamente y luego salio del país para una conferencia de comercio en China, ha regresado a escuchar a un número cada vez mayor de gritos pidiendo su renuncia (avivados en parte por la revelación que él y su esposa, una estrella de telenovelas, tiene una casa secreta con un valor de $7 millones en un enclave adinerado de la capital.)

Los medios de comunicación estadounidenses están reportando cada vez más el escándalo y las comunidades mexicana-americanas en Estados Unidos están organizándose y marchando con la esperanza de incitar más atención publica. Una de esas marchas ocurrió el sábado pasado en San Francisco, cuando 500 personas se encontraron en la esquina de los calles 24 y Mission, el corazón de la comunidad Hispana en San Francisco, para caminar al centro. Más manifestaciones están planeadas, una en coordinación con una huelga general establecida a ocurrir en México el 20 de noviembre, el aniversario de la revolución Mexicana, y otra en diciembre en 43 ciudades estadounidenses.

¿Que puedes hacer? Muchas cosas. Ya sea poco o mucho.

Escribe o tuitea a tu congresista. Dile que estas enojado, que estas harto, que quieres que el gobierno estadounidense reclame que su segundo mayor socio comercial limpie su casa. (El comercio entre México y Estados Unidos que suma en total a $6,000 millones en 2013.)

Si fumas marihuana o usas cocaína (¿y porque lo haces?), para. Casi toda la cocaína y mucha de la marihuana que los Americanos consumen viene a través de México. Tu diversión apoya los carteles, que a su vez corrompen el gobierno más, que engendra un estado de la impunidad, que permite crímenes de todos tipos – desde la evasión de los impuestos a la matanza en más – para continuar sin ser castigados.

Marcha. Camina en las calles con los Mexicanos que han venido a nuestro país, legalmente e ilegalmente, para escapar la misma corrupción que ha causado la muerte de los 43 estudiantes. Con más de 33 millones de persones que tienen origen Mexicano viviendo en Estados Unidos, esta guerra es tan nuestra come es de México.

#43

Mission, protestor, Ayotzinapa

43 students. 43 young people kidnapped in the night. 43 sons and daughters murdered by the hands of corruption. 43 bodies discarded and burned like household trash. 43 chances for a better future lost. 43 more reasons to mourn for Mexico.

The 43 slain university students of Ayotzinapa died because on Sept. 26 they commandeered several public buses and blocked a highway, a common form or political protest in Mexico, and by doing so interfered with the wife of the mayor of Iguala, one of the most violent and corrupt cities in the Guerrero, one of Mexico’s most violent and corrupt states. She was en route to give a speech, found the road blocked and called her husband to demand he do something about it. The mayor,  José Luis Abarca, ordered the local police to attack them. The cops handed them to a criminal gang associated with the narcos who control the region. And the students disappeared.

All this happened with the same impunity on the part of the mayor, the police and the narcos that infects all of Mexico and has quite literally allowed killers of all political and illegal persuasion to get away with murder for years.

Since the beginning of what has come to be called the Mexican Drug War, launched in 2006 by then-President Felipe Calderón again the web of cartels who generate between up to $50 billion in illegal drug sales annually and control 90 percent of the cocaine entering the United State, the official death toll of the violence between the cartels, between the government and the cartels and between both of them and the innocent citizens of Mexico – like the 43 students of Ayotzinapa – has reached 60,000. That’s the official number. Unofficially, human rights observers put the estimate at 120,000.

For some perspective, consider that 58,220 Americans died in the Vietnam War, a conflict that compelled my generation to fill the streets of the U.S. capital in protest and led to vast changes in American society.

Of course, Vietnam was an American war and a draft existed that pulled those who could not dodge the conflict directly into it, but still one might imagine that a war of similar lethality occurring in a country visited annually by more than 6 million Americans would spark a modicum of outrage here at home.

Not so.

Thus far, the official U.S. response has been little more than a shrug. The Obama administration has described the fate of the 43 students and the insipid response of the government of President Enrique Peña Nieto as “worrisome.”

That may change. The street protests that began in Iguala after the fate of the students was learned have spread throughout the county and turned violent in Mexico City. Peña Nieto, who ignored the kidnapping for 33 days before speaking publicly about and then left the country for a trade conference in China, has returned to hear a growing number of cries for his resignation (fueled in part by the revelation that he and his wife, a soap-opera star, had a secret $7 million house in a wealth enclave above Mexico City).

American news media are increasingly covering the issue and Mexican-American communities in the United are organizing and marching in the hope of galvanizing more public attention. One of those marches happened Saturday in San Francisco, with 500 people walking from 24th and Mission, once of the heart of the city’s Latino community, to Powell and Market streets. More protests are planned, once in conjunction with general strike set to occur in Mexico on Nov. 20, the anniversary of the Mexican revolution, and another in 43 U.S. cities in December.

What can you do? Many things. From a little to a lot.

Write or tweet your congressional representatives. Tell them you’re outraged, that you’ve had enough, that you want the U.S. government to demand that is second-largest trade partner (U.S.-Mexico trade totaled $600 billion in 2013) clean house.

If you smoke dope or do coke (and why do you?), then stop. Nearly all the coke and much of the weed comes through Mexico. Your high supports the cartels, which in turn corrupt the government further, which engenders a state of impunity, which allows crimes of all sorts, from tax evasion to mass murder, to go unpunished.

March. Walk in the streets with the Mexicans who have come to our country, legally and illegally, in order to escape the very corruption that lead to the deaths of the 43 students. With more than 33 million people of Mexican origin living in the United States (and that’s not counting second-, third-, fourth-, etc. generations of Mexican Americans) this is as much our war at it is Mexico’s.